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Generación 2006, Director Ejecutivo IdeaPaís.

Tabancureños que inspiran - Cristián Stewart

22 de Enero de 2024

¡Bienvenidos a la segunda entrevista de nuestra serie "Tabancureños que Inspiran"! En esta ocasión, nos complace tener con nosotros a Cristián Stewart, Director Ejecutivo de IdeaPaís, una figura destacada en la promoción de ideas socialcristianas en Chile.

IdeaPaís, un centro de estudios independiente, se dedica a fomentar ideas que buscan una sociedad más humana, justa y solidaria. Trabajando a través de la formación de jóvenes, la difusión de ideas y propuestas de políticas públicas, contribuye activamente al desarrollo integral de la comunidad.

En esta entrevista, vamos a explorar el camino de Cristián desde el colegio Tabancura hasta su rol actual en IdeaPaís.

Para empezar, cuéntanos un poco sobre ti y cómo fue tu camino desde el colegio Tabancura hasta IdeaPaís.

Egresé el año 2006 del primer IVºC, con más ganas de estudiar filosofía o historia que derecho. Pero estoy agradecido de haber decidido derecho , que me dio y sigue dando herramientas y elementos amplios para comprender cómo funciona y se estructura la sociedad. Siendo estudiante en la Universidad Católica, me involucré activamente en todo lo que se me cruzó. Fui ayudante de algunos ramos; me tocó dirigir unos trabajos nacionales el año del terremoto (2010), en que tuvimos que organizar 52 zonas entre tres regiones del país; y participé en política universitaria (fui dos veces candidato a la Feuc - en ambas perdí en segunda vuelta, pero acá seguimos), lo que me permitió no solo conocer y discutir ampliamente con actuales personalidades públicas —entre ellos, el Presidente de la República, ministros y diputados— sino descubrir que la política no es necesariamente un lugar peligroso o corrupto, sino que puede ser un espacio de estudio, de trabajo y de genuina vocación pública.

Luego de egresar de derecho, trabajé cinco años en fundaciones y en un estudio jurídico. En esos lugares aprendí que el trabajo bien hecho exige tiempo, rigor y mucha colaboración. Y también que el modo en que se articulan los equipos de trabajo es más importante que nada, y que siempre uno tiene que trabajar con gente más inteligente que uno mismo.

En 2018 partí solo con mi señora a estudiar un máster en políticas públicas a Londres (LSE) —quien hizo un master en diseño de servicios— y volvimos en 2022 siendo tres y con otro máster (en filosofía), gracias a un financiamiento que obtuve estando allá.

Ese año entré a trabajar a IdeaPaís como director ejecutivo, que ha sido mi domicilio político desde la universidad. Ahí le dí forma a mi vocación, recibí gran parte de mi formación, y me alegro que hoy sea el espacio desde el cual puedo aportar en la formación de jóvenes, la reflexión de las ideas y propuestas para dar solución a los problemas sociales.


Como director ejecutivo de IdeaPaís, estás involucrado en investigación de asuntos públicos y formación de jóvenes. ¿Puedes hablarnos sobre algún proyecto específico que haya tenido un impacto significativo para ti?

Dirigir un centro de estudios implica muchos desafíos. Toca conducir pegas y proyectos entretenidos, y otros no tanto. Dentro de las tareas áridas está el levantamiento de fondos para financiar nuestro trabajo. El financiamiento de IdeaPaís se basa en donaciones, lo que en sí mismo es una tarea titánica: hay que salir a convencer a las personas que el mejor modo de rentabilizar su dinero es creando condiciones adecuadas para el fortalecimiento institucional de un país, y eso se hace con personas bien formadas, que tengan visión política, capacidad técnica y vocación pública, vale decir, invirtiendo en IdeaPaís.

Dentro de los desafíos que entusiasman más, está lo que hicimos de cara a los plebiscitos constitucionales. Nos tocó trabajar con otros centros de estudios en ese tiempo, e hicimos agrupaciones (por ejemplo, Casa de Todos), plataformas y mucho trabajo con consejeros/convencionales y con expertos. Pero sin dudas lo que más nos marcó fue el proyecto “La Ruta Constitucional”.

Tuvimos que desafiar la inercia que implica trabajar con personas inteligentes e interesados en lo público, pero sin necesariamente una inclinación hacia la acción. Ese obstáculo se vio superado en “La Ruta Constitucional”, donde nos volcamos desde nuestra posición de centro de estudios a explicar las propuestas constitucionales ofrecidas al país, de un modo ecuánime y objetivo. Junto a otros dos centros, organizamos e hicimos 750 charlas en 15 de las 16 regiones del país, lo que combinó armoniosamente la reflexión pública propia de un centro de estudios con la acción que a ratos se echa de menos en instituciones de esa naturaleza.


En tu rol, enfrentas desafíos únicos al trabajar por una sociedad más humana, justa y solidaria. ¿Cuáles consideras que son los mayores desafíos y cómo los abordas?

Existen problemas sociales o disputas valóricas cuya defensa suele ser asociada o relegada a ciertas visiones omnicomprensivas, sin que otros grupos puedan involucrarse en ellos. El desafío, en este sentido, es abandonar la miopía, y dar disputas justas, aunque ellas estén capturadas por personas o agrupaciones que se paran desde veredas o visiones distintas. Un ejemplo es la ley de 40 horas. A priori, huele mal: bajará la productividad, aumentará el desempleo, incentivará el trabajo informal, etc. Pero si se atiende al fondo genuino del asunto (cómo hacer que quienes trabajen tengan más tiempo para compartir con sus familias o para recreación), y se adoptan criterios correctivos técnicamente adecuados, es posible ver en esa pretensión elementos de justicia. El modo en que entró y terminó ese proyecto de ley es un buen ejemplo de cómo no hay que renunciar a priori a nada que sea vinculado al bien común.

¿Cómo influyó tu educación en el colegio Tabancura en tu enfoque hacia el servicio social y en la dirección de un centro de estudios con inspiración socialcristiana?

Tuve la suerte y el privilegio de estar en el centro de alumnos del colegio en el año en que se creó la “acción social” en la directiva. Y eso tuvo un peso no menor en mi vida. A diferencia de ahora, el nivel de involucramiento del alumno del Tabancura con lo que ocurría afuera de los muros del colegio era bastante bajo. Entonces lo que vivimos en el centro de alumnos, en conjunto al estimulante y desafiante nivel intelectual que los profesores de historia y de educación cívica sembraban en los estudiantes, hizo mella en mi vocación.

El socialcristianismo que IdeaPaís promueve no es más que un modo (nuestro modo) de interpretar cómo las enseñanzas del cristianismo social (o de la DSI) descansa en principios permanentes y que no cambian, al tiempo de adoptar aplicaciones prácticas que se adaptan a las exigencias de los tiempos modernos. Esa particularidad requiere de una formación antropológica exigente, y de un conocimiento adecuado de los dolores sociales que aquejan al país, en todo lo cual la formación del colegio Tabancura me ayudó significativamente.


¿Qué mensaje le darías a los jóvenes que buscan participar en proyectos que promueven valores de humanidad, justicia y solidaridad en la sociedad?

No nos escondamos. No nos apoquemos. No tengamos susto a equivocarnos. Saquémonos de la cabeza la mentalidad de trinchera y transformémosla por una de vanguardia, de emprendimiento y de avanzada.. Y sobre todo, si esos son los valores que los mueven, la invitación es sin dudas a joderse la vida.

Los verdaderos líderes, los que marcan a fuego a las personas, son los que se comprometen aunque tengan dudas, los que se quedan ordenando hasta el final, los que no se aseguran a espaldas de terceros. Esas son las personas que valen la pena. Eviten el «balconeo», como dice el papa Francisco. Eviten ser observadores externos. Sean (seamos) protagonistas. Pasajeros, no maletas.

Todos vinimos iguales a la tierra: igual de libres e indefensos. Todos nos moriremos igual de desvalidos… Esas cosas no dependen de nosotros. Por eso, las elecciones que sí dependen de nosotros, tratemos de no reducirlas a meros trámites.

Chile y el mundo pasan por una multicrisis severa. El mejor modo de colaborar a su superación parte con uno: agrupando esfuerzos colectivos en torno a ideales, y trabajando con otros para que en nuestro país haya más oportunidades, más confianza y menos odio.


Agradecemos sinceramente a Cristián Stewart por compartir su tiempo y experiencias con nosotros, y esperamos que su historia continúe inspirando a todos aquellos que buscan construir un mejor futuro.--

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